lunes
Un primer paso. Relato y narrativa
¿Qué decimos cuando hablamos de narración o relato? ¿Un cuento de Chejov, una película, el romance del conde Arnaldos qué tienen en común? El concepto de narración se asocia a una idea tan amplia que resulta bastante incómodo proceder a su concretización teórica como apunta María Teresa Vilariño Picos en Elementos de crítica literaria, 2004. Además, el ideal romántico de la hibridación de géneros deja convivir elementos dramáticos, líricos y argumentativos con procesos estrictamente narrativos. Los géneros líricos sufren un proceso de epización por ejemplo en poesía con figuras como Walt Whitman, Ezra Pound, T.S Eliot y en teatro como Harold Pinter, Bertold Brecht.
Cuando pensamos en la narrativa, las formas literarias son las que primero nos vienen a la mente como los textos narrativos par excellence. La narrativa comprende un enorme espectro de formas discursivas que incluyen géneros tanto populares como cultos. Curiosamente, la forma más importante y universal de la narrativa para Van Dijk en El discurso como estructura y proceso, 2000 no es producto de la musa poética, sino de la conversación corriente.
Es imposible ofrecer una definición omnicomprensiva por dos razones: es un género amorgo y proteico y confluye con otros géneros. Por eso, se formularon opiniones como la de Maupassant “quien sepa definir novela está dotado de una perspicacia cercana a la incompetencia” o James que la denominó “la casa de la ficción”.
La Posmodernidad trajo una codificación débil y sucinta de las categorías y una reducción de los géneros que obliga a una necesaria revisión de los sistemas triádico (narrativa, poesía e teatro) y tetrádico (con la inclusión del ensayo). Caminamos hacia la destrucción del género literario. La tradicional tríada de géneros considerados literarios parece obsoleta. Las modernas corrientes literarias, los avances tecnológicos que afectan a la literatura y sus consecuencias harían removerse en sus tumbas a los grandes clásicos como Platón y Aristóteles.
Todos creemos saber qué son los géneros literarios, pero ¿tienen vigencia en este principio del siglo XXI? La modernidad, hizo de ellos una categoría entre obsoleta e impertinente: desde que la originalidad se ha erigido ideal estético e las obras literarias se inclinan al mestizaje, las taxonomías seculares parecen inservibles para dar cuenta de los nuevos hallazgos del campo literario. Por eso, no resulta extraño que la crítica de los géneros se haya convertido en un topoi de la modernidad.
Imaginemos un mundo sin narraciones. ¿Podemos? No. Un universo así es inimaginable, pues significaría un mundo sin historia, sin mitos, sin dramas, y vidas sin reminiscencias, sin revelaciones.
María Teresa Vilariño Picos en Elementos de crítica literaria, 2004 sostiene que las nuevas construcciones hipertextuales y las narraciones digitales condensadas en los videojuegos obligan a una ampliación de la noción de narrativa. El Posmodernismo, por su rechazo de las prácticas supremas favorece las mininarrativas. La literatura posmoderna se caracteriza por poner en práctica una escritura anárquica, fragmentada y relativizadora.
Desde el marco posmoderno muchas de las categorías narratológicas asumidas tiene que ser reconsideradas. Es el caso de la “cibernovela”. Se trata de un fenómeno de auge en Japón cuya revolución todavía no ha emergido en Europa, las letras españolas coquetean tímidamente todavía con el lenguaje tecnológico. Otro ejemplo son los juegos de ordenador de carácter narrativo como los Muds, campos narrativos en los que cientos de jugadores desempeñan diferentes papeles para construir los diferentes episodios. Un Mud es habitado, no leído. La narrativa digital y el juego crean un campo de juego propio y cerrado caracterizador por la interactividad.
En definitiva, han pasado veinticinco siglos de teorías, veinticinco siglos de genología, pero la duda emerge. ¿Existen los géneros? ¿Qué son? ¿Institución, convención? ¿Evolucionan? ¿Se transforman? De lo que no cabe duda es de que estamos ante nuevos cauces de la narratividad porque el ser humano está narrando todo el día, y puede que ese sea uno de los secretos del éxito de las redes sociales. Y las enciclopedias y diccionarios actuales todavía no dan asilo entre sus páginas a estas cuestiones.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario