viernes

Storytelling. La máquina de fabricar historias y formatear las mentes



El arte de contar historias o el arte de la manipulación. Los grandes discursos son los que mueven el mundo.

Suplan nuevos vientos, los vientos de la Postmodernidad. Tomemos al maestro Lyotard como punto de partida. Heredero todavía de una historia de capas, Lyotard habla de que esta nueva etapa ha roto con antiguos parámetros y ha impuesto nuevas reglas: la fragmentación, la ruptura con el lazo social, la incredulidad ante los grandes relatos, la mercantilización del conocimiento. Atrás queda la Modernidad que legitimaba el saber con los grandes metarrelatos: mitos, religión, etc. Es evidente como señala Lyotard en las primeras páginas del libro que el discurso narrativo ha sido una pieza fundamental en la casa del saber tradicional.Pero, ¿qué ocurre en la Postmodernidad?

La tesis lyotardiana central en el capítulo X de la obra La condición postmoderna. Informe sobre el saberes que existen nuevos modos de legitimizar el saber y por ello se produce un proceso de deslegitimación. Uno de los primeros argumentos que aporta el filósofo francés es la idea de que la deslegitimación de los grandes relatos modernos está enraizada en el tiempo y que la legitimación no es más que un simple juego del lenguaje. Lo que Lyotard da en llamar deslegitimación pone en tela de juicio el saber narrativo y científico. La Postmodernidad trae bajo el brazo la deslegitimación de los grandes relatos amparados en estos dos discursos. Los dos grandes saberes: narrativo y científico tienen que buscar nuevos caminos de legitimación.

Lyotard es de la idea de que la deslegitimación abre un sendero nuevo en la Postmodernidad en el que la ciencia “juega su propio juego” (ídem) y no puede dar validez otros juegos y tampoco legitimarse a si misma como amparaba la especulación. Así, todo se resuelve en múltiples juegos del lenguaje que se diluyen como agua de borrajas. De ideas parejas, aunque reformuladas a su manera, son autores como Wittgenstein, Martín Buber y Enmanuel Lévinas.

Uno de los argumentos importantes que defiende Lyotard es que existe un pluralismo de juegos del lenguaje con diferentes reglas. Valga retomar la metáfora del autor: el lazo social es ahora lingüístico, “un cañamazo donde se entrecruzan al menos dos tipos, en realidad un múmero indeterminado, de juegos de lenguajes que obedecen a reglas diferentes” (1987: 36).No le deja una tarea nada fácil Lyotard al lenguaje y esto mismo entronca con la idea de Salmon. En el libro nos muestra como una buena historia es el mejor arma que puede tener a su alcance un política para vender sus mensajes, una buena historia es un arma de destrucción masiva de la desconfianza. No es tan importante la opinión pública como puede llegar a ser la emoción. Se ha producido una instrumentalización del relato. Una buena historia vende. Una mala historia no vende. No hay más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario